En el contexto de la obligatoriedad de la educación media
superior se estableció a partir de agosto de 2013 un nuevo tipo de servicio
educativo, el Telebachillerato Comunitario, que busca atender a los jóvenes que
habitan en poblaciones rurales de hasta 2 500 habitantes. En un estudio
exploratorio de su puesta en práctica en cinco estados de la República
analizamos sobre todo las estructuras institucionales del currículum. Este
servicio trabaja, mayoritariamente en las tardes, en instalaciones de las
telesecundarias con tres docentes. El aprendizaje se basa en libros de texto
gratuitos. El servicio es aceptado por las familias por su cercanía y la mayor
seguridad en los caminos y por su gratuidad efectiva. Una innovación curricular
interesante es que los tres docentes no son contratados por asignatura sino por
campo disciplinar: matemáticas y ciencias experimentales; comunicación;
ciencias sociales y humanidades. Las tensiones principales que detectamos entre
el modelo y su operación son: a) la ubicación de las escuelas en instalaciones
de telesecundarias y en turno vespertino, b) la sobrecarga de trabajo para tres
docentes; c) las tensiones en el diseño curricular, en especial entre un modelo
que promueve el aprendizaje a partir de proyectos comunitarios y el plan de
estudios tradicional de bachillerato general de tipo colección de asignaturas
académicas en la tradición positivista que privilegia los conocimientos
abstractos.
El Telebachillerato Comunitario: su marco político y
normativo
Hace más de una década, el Estado mexicano decidió mejorar
sustancialmente la educación media superior. En 2005 se creó la Subsecretaría
de Educación Media Superior (SEMS), que reunía las direcciones generales que
antes formaban parte de la Subsecretaría de Educación Superior y de la
Subsecretaría de Educación e Investigación Tecnológicas; en 2008 se estableció
un marco curricular común basado en competencias y la Reforma Constitucional
del 9 de febrero de 2012 instituyó la obligatoriedad de la educación media superior.
El carácter obligatorio establece como deber del Estado ofrecer un lugar a
todos los jóvenes que, teniendo la edad típica para cursarla, hayan concluido
la educación básica. Se estipuló que esta obligatoriedad se realizará de manera
gradual y creciente a partir del ciclo escolar 2012-2013, hasta lograr la
cobertura total en sus diversas modalidades en el país, a más tardar en el
ciclo escolar 2021-2022 (Diario Oficial de la Federación, 9 de febrero de
2012).
La educación media superior mexicana se había desarrollado
por encima del crecimiento poblacional de 2.1 millones de alumnos en 1990-91, a
4.7 millones en 2012-13, de manera que la cobertura aumentó de 34.1% en 1990-91
a 65.9% en 2011-2012. No obstante, un tercio de los jóvenes en ese rango de edad
aún no podía cursar la educación media superior, además de que representa una
tasa de escolarización muy por debajo de la de países comparables como Chile y
Argentina, donde los jóvenes de 15, 16 y 17 años en 2010 habían ya alcanzado
tasas de escolarización de entre 82.5% y 96.3% (SITEAL, 2014: tabla 5).
En el Plan Nacional de Desarrollo 2012-2018 se estableció la
meta de alcanzar 80% de cobertura en este nivel (SEMS, 2015: 6). La
Subsecretaría de Educación Media Superior instrumentó varias medidas para
lograrlo: un financiamiento concursable para la inversión en infraestructura
que permite construir nuevos planteles y ampliar los ya existentes, el
crecimiento de la planta docente en planteles nuevos o ampliados con recursos
del Fondo de Ampliación de la Cobertura, el crecimiento de la planta docente en
planteles a través del contraturno, la creación o fortalecimiento de servicios
como el Telebachillerato Comunitario, la preparatoria abierta y la prepa en
línea (CONAEDU, 2015), así como con la política de becas y la de “cerrar la
llave de abandono” a través del Movimiento contra el Abandono Escolar (Weiss,
2015; Pérez Islas et al., 2016). En el ciclo escolar 2015–2016, la educación
media superior alcanzó una cobertura en la modalidad escolarizada de 74.2% de
la población de 15 a 17 años. Si se toma en cuenta la matrícula de la educación
media superior no escolarizada (i. e. el programa Prepa en Línea-SEP y la
Preparatoria Abierta), la matrícula total es cercana a 5.3 millones de
estudiantes, con lo que se alcanza una cobertura de 78.7%. (SEP, 2016: 17).
En México han sido excluidos del acceso a la educación media
superior grandes sectores de la población rural, de las zonas marginadas y de
los grupos con ingresos y niveles de escolaridad más bajos. Los jóvenes de 15 a
17 años que hoy cursan la educación media superior y que habitan en zonas
rurales representan 36%, en contraste con 60% de los de las zonas urbanas hablan una lengua indígena representan 29%, en contraste con
54.5% de hablantes de español (INEE, 2011). Un estudio de la Subsecretaría de
Educación Media Superior encontró que de las 16 174 escuelas telesecundarias en
localidades rurales, 7 682 no contaban con un servicio de Educación Media
Superior en 5 km a la redonda (SEMS, 2015: 6).
En este contexto, se estableció el Telebachillerato
Comunitario con las siguientes características (SEMS, 2015: 8).
· Se busca atender a los jóvenes que habitan en poblaciones
rurales de hasta 2 500 habitantes y que no son atendidos por ninguna modalidad
de los subsistemas (en documentos anteriores a 2015 se habla también de
comunidades con menos de 1 500 habitantes).
· Se establece preferentemente en las instalaciones de las
Telesecundarias o en espacios que la propia comunidad ponga a disposición del
servicio.
· Se imparte en una modalidad escolarizada presencial.
· Se sustenta en el plan de estudios del Bachillerato
General.
· Cuenta con una plantilla de tres docentes.
· Se apoya en materiales impresos y audiovisuales elaborados
expresamente para este servicio.
· La duración de los estudios es de un mínimo de tres y un
máximo de cinco años.
Esta propuesta inició en agosto de 2013 en una etapa piloto
con 253 centros; en 2014 se incrementó en 1 497 más y en agosto de 2015 se
abrieron 1 168, teniendo un total de 2 918 centros que atienden a una matrícula
de, aproximadamente, 104 mil estudiantes, donde participan 8 859 docentes
(SEMS, 2015: 6).
Un estudio exploratorio: método
En septiembre de 2015, el Instituto Nacional para la
Evaluación de la Educación (INEE) encargó al Departamento de Investigaciones
Educativas del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (DIE-CINVESTAV)
un estudio exploratorio denominado oficialmente “Estudio evaluativo del modelo
de telebachillerato comunitario”.
El estudio se realizó a partir del análisis de documentos
y materiales producidos por el Telebachillerato Comunitario (TBC) y cinco
estudios estatales.
Se seleccionaron las siguientes entidades: el Estado de
México, por ser la entidad que cuenta con más TBCs en el país; Veracruz, por
ser el estado cuna de los Telebachilleratos estatales, que ahora cuenta también
con TBCs; Chihuahua, por contar una oferta diversificada para alumnos de
localidades rurales, al tener números apreciables de TBCs, Telebachilleratos
Estatales y Bachilleratos Interculturales; Guanajuato, por tener números
sustanciales de TBCs y un TB estatal (SABES) importante y, finalmente,
Aguascalientes, por contar (al igual que Yucatán) con los índices más altos de
alumnos por TBC, siendo un estado bien comunicado y eminentemente urbano.
En los cinco estados se realizaron entrevistas a
funcionarios responsables de este servicio educativo en la entidad, así como
visitas a planteles: tres en Aguascalientes, tres en Chihuahua, seis en el
Estado de México, dos en Guanajuato y dos en Veracruz. En las visitas se
observaron algunas clases y fueron entrevistados los docentes (uno de ellos
encargado de la organización del plantel), los alumnos de los diferentes grados
y algunos familiares presentes.
Las visitas de tres días a los estados de México, Veracruz y
Chihuahua fueron realizadas por el responsable de este estudio (Dr. Eduardo
Weiss) y personal comisionado y contratado para el proyecto (M. en C. Lilia
Antonio y M. en C. Enrique Bernal); para realizar el estudio de Aguascalientes
fue contratada la Mtra. Cintya Guzmán Ramírez y para el estudio de Guanajuato,
la Antropóloga Paola Pedroza Obregón.
El informe final se entregó en febrero de 2016 (Weiss,
2016). Aquí se presentan los hallazgos principales referidos al
Telebachillerato Comunitario dentro de un marco de referentes teóricos.
Referentes teóricos: El plan de estudios y las estructuras
institucionales del currículo
Al establecer la obligatoriedad de la educación media
superior, se está produciendo en todos los países de América Latina un cambio
–no sin tensiones– de definición respecto a su función.
La media superior dejó de ser preparatoria para la educación
superior o formativa para el trabajo, para comenzar a concebirla como “parte
constitutiva de la educación fundamental que todo ciudadano debiera poseer, y
ya no como una situación excepcional o de privilegio” (Bellei, 2012: 220). No
solo para los nuevos sectores sociales a incorporarse a la educación media
superior, sino también para las nuevas generaciones, se pone en entredicho la
relevancia de los estudios (Tenti, 2012). Hay que transformar las estructuras
institucionales que obstaculizan el desarrollo de experiencias escolares
sólidas, extensas y densas en aprendizajes significativos (Banks, 2007).
La posibilidad de mejorar la relevancia de los contenidos
del currículo se relaciona directamente con una disminución del contenido
informativo de los programas (lo que fue definido en este trabajo como
enciclopedismo) y con la mejora de las conexiones de las diferentes materias
con la contemporaneidad (Terigi, 2012: 70).
En México, la Reforma Integral de la Educación Media
Superior propuso un nuevo discurso basado en el desarrollo de competencias,
pero los planes de estudio cambiaron muy poco y en la mayoría de los programas
solo se añadieron recomendaciones para fortalecer las competencias y siguieron
con su enciclopedismo (Zorrilla, 2012).
La “gramática escolar” como la llaman Tyack y Tobin (1998)
–o “cultura escolar” como la llama Viñao (2002)– de la educación secundaria
(incluyendo la media superior) se basa en las asignaturas heredadas de fines
del siglo XIX y principios del XX y en profesores especialistas contratados
para impartir estas asignaturas, así como en la fragmentación del tiempo de
enseñanza y de aprendizaje en un cúmulo de periodos cortos (Quiroz, 1992).
Bernstein (cf. Sadovnik, 2001) los ha llamado currículos clasificados de
colección y ha propuesto sustituirlos por currículos integrados y, desde
tiempos de John Dewey a inicios del siglo XX, se propone organizar un currículo
experiencial a partir de proyectos. Además, hay una segunda característica de
los currículos de bachillerato no abordada por la crítica: estos siguen
adheridos al ideal positivista de la Escuela Nacional Preparatoria del siglo 12
XIX –que proviene de la Escuela Nacional Politécnica francesa de 1798 (Weiss y
Bernal, 2013)– de que hay que enseñar primero las materias básicas como matemáticas,
ciencias, filosofía y lengua, es decir, las más abstractas, antes de que los
alumnos puedan abordar y comprender materias y temas más concretos y
relacionados con la vida.
La resistencia a los cambios –como vimos en la Reforma
Integral de la Educación Básica (Quiroz y Weiss, 2005)– proviene de la fuerza
que tienen las disciplinas en la academia y en la formación del personal
docente, pero sobre todo en los términos de contratación de los docentes como
docentes especialistas (cf. también Tyack y Tobin, 1998; Quiroz, 1992; Terigi,
2012). Es por ello que los cambios curriculares profundos solo suelen ser
posibles en modalidades nuevas y en los márgenes de los sistemas establecidos.
Por ello el Telebachillerato Comunitario resulta relevante.
Como podemos apreciar en lo expuesto hasta aquí, entre el
“currículum pensado y el currículum vivido” (como lo llama Furlán, 1998) o el
“currículum propuesto y el real” (como lo llaman De Ibarrola, 2012 y Terigi,
2012) median las “estructuras institucionales del currículum”: “la selección,
contratación y condiciones de trabajo de los profesores”; “la asignación de
tiempo de enseñanza”; “la asignación de espacios”; “la asignación de recursos
didácticos”; “la formas de evaluación y de certificación de los aprendizajes
logrados” (De Ibarrola, 2012). Estas estructuras –con excepción de la última,
que no indagamos– son de gran importancia para enmarcar nuestros hallazgos.
Hallazgos generales. Un nuevo tipo de servicio aceptado por
los usuarios
El Telebachillerato Comunitario (TBC) no es “Tele-”; se
llama Telebachillerato por el antecedente de este tipo de servicio en el
Telebachillerato veracruzano donde, inicialmente, se transmitían los módulos
por la televisión estatal y porque la gran mayoría de las escuelas están
ubicadas en Telesecundarias. Estas últimas, en rigor, tampoco son
Telesecundarias, ya que funcionan la mayor parte del día sin televisor o
videos; se basan más bien en exposiciones del maestro y el estudio de los
alumnos en cuadernos de trabajo con ejercicios; esporádicamente usan algún
video. La innovación importante del Telebachillerato Comunitario, en términos
de recursos didácticos, son libros de texto gratuitos que no existen en otros
bachilleratos. Lo “Comunitario” actualmente solo constituye una aspiración de
contribuir al arraigo de los jóvenes en la comunidad y al desarrollo
comunitario; asimismo, en algunos estados las aulas aún se ubican en
instalaciones proporcionadas por la comunidad.
En su gran mayoría, los centros de Telebachillerato Comunitario
se ubican en localidades rurales o rural-urbanas que son pequeñas, fuera de las
cabeceras municipales y a más de cinco kilómetros de distancia de otros
servicios. Aunque también encontramos TBCs en espacios urbanos periféricos en
el estado de México y en Aguascalientes. En este sentido, el nuevo tipo de
servicio aparece no solo como una oferta que acerca la educación a aquellos
lugares que no tienen otra opción, sino como la oferta que atiende a los que ya
no pueden ser absorbidos por otros espacios. Por otro lado, en algunos estados
(p. ej. Estado de México y Chihuahua) se observa una baja en la inscripción de
los alumnos en primer semestre y un número apreciable de centros con menos de
12 alumnos en primer semestre, lo que parece indicar ciertas dificultades para
extender más el servicio.
El estudio exploratorio muestra que el Telebachillerato
Comunitario (TBC) es un servicio que contribuye a fortalecer el derecho a la
educación, pues permite a los jóvenes asistir a la Educación Media Superior.
Ellos acuden a los Telebachilleratos Comunitarios por las siguientes razones:
1. por su cercanía y la mayor seguridad en los caminos;
2. por su gratuidad. El costo del pasaje a otros planteles
es de entre 16 y 32 pesos diarios (en 2015); en otros planteles el costo de
libros y fotocopias llega a $400.00; y en otros la cuota de cooperación para
inscribirse es de aproximadamente $300.00.
3. por sentirse tomados en cuenta en una escuela con pocos
alumnos y maestros:
Ya le entiendo más al inglés; antes, en la secundaria, no le
entendía nada, 14 y si no le entendemos bien, nos lo vuelven a explicar.
(Estudiante del TBC Mayorazgo, Estado de México).
Aquí me siento más a gusto, más cómoda, que allá, en el
CETIS, éramos más de 50 alumnos y no nos ponían la suficiente atención y aquí
(en el TBC) siento que las clases son más fáciles. (Estudiante del TBC La
Quemada, Chihuahua).
Casi todos los alumnos provienen de la telesecundaria del
lugar o de lugares cercanos. En la primera generación se hizo promoción con
jóvenes de la comunidad que habían dejado sus estudios, pero dado que muchos de
ellos abandonaron pronto, en las siguientes generaciones se promovió entre los
egresados de telesecundaria. Pocos alumnos realizan un trabajo remunerado
además de estudiar; una parte considerable ayuda en las actividades económicas
y domésticas de sus familias, muy pocos de ellos en actividades agropecuarias.
La mayoría de los estudiantes tiene deseos de seguir estudiando, algunos con
mucha seguridad, otros “tal vez y si se puede”.
Una parte de los docentes son jóvenes profesionistas con
poco tiempo de haber egresado de licenciaturas o ingenierías. Otros ya tienen
algunos años de trabajar como docentes en la educación media superior o secundaria
en las mañanas. La mayoría vive cerca de la localidad en la que labora. La
irregularidad del pago ha causado movilidad de aquellos docentes que tienen el
TBC como única fuente de trabajo, situación que parece ser temporal, dada la
regularización de los pagos mediante el Servicio Profesional Docente.
Un nuevo tipo de servicio interesante en términos educativos
El Telebachillerato es un nuevo tipo de servicio educativo
con características interesantes. Proporciona libros de texto gratuitos, lo que
significa un gran ahorro para las familias de los estudiantes, al no tener que
gastar en la compra de libros de texto o en las fotocopias que se usan en otros
bachilleratos. A los docentes –en su mayoría jóvenes, provenientes de diversas
profesiones (ingenieros, contadores, abogados, psicólogos, etc.– ofrece
material educativo valioso para orientar sus clases, ya que ellos no saben qué
contenidos, a qué nivel y con qué extensión son adecuados para las diferentes
asignaturas que tienen enseñar, ni saben qué actividades a desarrollar con los
alumnos son pertinentes –más allá de las que han vivido o sufrido en su propia
escolarización–. Los libros de texto incluso son usados (en su versión
electrónica) por maestros que ya tienen experiencia en otros bachilleratos para
sus clases en esas escuelas. Para los alumnos, estos libros favorecen el
trabajo con materiales escritos pertinentes y no solo a partir de exposiciones
orales de los docentes e información de dudosa calidad encontrada en otros
lados.
En su acervo, el Telebachillerato cuenta con 199 videos, sin
embargo, su uso real es escaso, ya que hay problemas de infraestructura
tecnológica (electricidad, conectividad, acceso a reproductor de DVD y
pantallas) y el peligro de robo de los equipos. Un hallazgo sorpresivo y a
tomar en cuenta es que, en comparación con los videos de la televisión y de los
que circulan en las redes sociales, los estudiantes consideran anticuadas la
imágenes y ritmos de los DVDs del TBC. Por ello algunos docentes bajan videos
más idóneos de Internet. Curiosamente, esta objeción no se escucha con relación
con los libros de texto, que son un objeto cultural poco conocido en las
comunidades.
Otra innovación curricular interesante es el perfil de los
docentes como docentes por campo disciplinar o área de conocimiento. En
localidades pequeñas y lejanas, se dificulta tener profesores para todas las
diversas asignaturas en tiempo cortos, como en las escuelas de bachillerato
usuales. Por ello se recurrió a un modelo que ha sido propuesto reiteradas veces
por pedagogos en todo el mundo. Entre 1978 y 1993 ya existía en México como
opción para las escuelas secundarias y para la formación de profesores en las
normales superiores: el área de conocimiento (cf. Quiroz y Weiss, 2005). El
modelo del TBC instituyó tres campos disciplinares, cada uno a ser atendido por
un docente:
1. matemáticas y ciencias experimentales (matemáticas,
estadística, física, química, biología, ciencias de la salud); b) comunicación
(lectura y redacción, literatura, inglés); y c) ciencias sociales y humanidades
(ética y valores, derecho y filosofía, historia de 16 México y universal,
estructuras socioeconómicas, metodología de investigación, desarrollo
comunitario).
El diseño por campos disciplinares permite (potencialmente)
superar la fragmentación excesiva del tiempo de docencia y de la experiencia de
los alumnos del modelo de enseñanza por asignaturas con sus clases de 50
minutos (Quiroz, 1992). Al contar en el TBC, generalmente con grupos pequeños
de 10 a 20 atendidos por los tres maestros, los docentes tienen mayores
posibilidades de conocer bien a cada estudiante y de dar explicaciones más
amplias.
Las tensiones principales en el modelo y las estructuras
institucionales del currículum.
Las principales tensiones que detectamos en el modelo y en
su operación son: a) la ubicación de las escuelas en instalaciones de
telesecundaria y en el contraturno vespertino, b) la sobrecarga de trabajo para
tres maestros, de los cuales uno es responsable del servicio; c) las tensiones
en el diseño curricular.
Compartir las instalaciones de las telesecundarias en el
contraturno (en la tarde) significa un ahorro importante en infraestructura.
Sin embargo, propicia en varias escuelas conflictos con el personal de la
Telesecundaria y restricciones en el uso de las instalaciones, servicios,
mobiliario y recursos tecnológicos (aulas, sanitarios, televisores, armarios,
bancas, Internet, pantallas, DVDs); en muchas escuelas han buscado superar
estos problemas, por ejemplo, en Guanajuato se establecieron convenios de buena
convivencia.
Pero sobre todo, el contraturno, que obliga a los
Telebachilleratos a funcionar en horario vespertino, oficialmente de 14:20 a
20:10 horas. Como en los semestres invernales oscurece alrededor de las 18:00
horas, en algunos planteles la iluminación es insuficiente y hay problemas o
temores de inseguridad en los caminos, gran parte de los centros funcionan
realmente de 14:30 a 18:00 horas, como reconocen las autoridades del Estado de
México y de Chihuahua (estado en el que oscurece en invierno a las 17:00
horas), lo que constituye una disminución importante del tiempo escolar,
comparado con planteles de bachillerato que funcionan en horario matutino de
8:20 a 14:10 horas. Por esta razón, las autoridades en Chihuahua y Veracruz han
promovido que los Telebachilleratos cuenten con instalaciones propias y
funcionen en horario matutino, aunque hay que señalar que algunas de estas
instalaciones son aún precarias.
En discursos oficiales se justifica el turno de la tarde
para dar cabida a estudiantes que trabajan y que, de otra manera, no podrían
asistir a la educación media superior de carácter obligatorio. Sin embargo en
los planteles visitados hemos encontrado pocos estudiantes que trabajan.
El modelo prevé para cada plantel tres maestros con 20 horas
de contratación, uno de los cuales funge, a la vez, con 10 horas adicionales
como responsable del plantel: lo llaman el modelo 20-20-30. El modelo funciona
muy bien cuando los planteles son de reciente creación y solo tienen que
atender un grupo de primer semestre o un grupo de primer semestre y otro de
tercero. En los inicios de los establecimientos, los maestros tienen tiempo
para familiarizarse con el modelo, los programas y los libros, realizar
tutorías con los estudiantes o actividades paraescolares. Sin embargo, cuando
los centros funcionan ya con tres semestres por atender a la vez, se genera una
sobrecarga a todos los docentes con respecto al número de horas contratadas.
Por ejemplo, cuando se tiene que atender en paralelo a 1º, 3º y 5º semestres,
el docente encargado de matemáticas tiene que impartir, según el plan de
estudios, 33 horas de clase (de 50 minutos), es decir 27 horas y 30 minutos de
enseñanza, a pesar de ser contratado solo por 20 horas.
Con la escuela funcionando con todos los semestres
previstos, la sobrecarga se presenta también para los otros dos docentes,
quienes tienen que impartir, según el plan, 28 horas clase (24°, 10’) y 27
horas clase (22°, 30’) respectivamente. Razón por la que las autoridades del
Estado de México plantean la necesidad de un cuarto docente y en Guanajuato lo
pagan con recursos estatales. Ante esta condición, proponen separar el área de
matemáticas (en muchos casos atendida por Contadores) del área de ciencias
exactas. La cuarta persona cumpliría también una función importante en caso de
ausencia de alguno de los docentes, p. ej., por enfermedad o diligencias que
tiene que realizar el responsable del plantel.
En los hechos, los profesores no se ciñen estrictamente al
perfil de las asignaturas a impartir por área disciplinar, pues entre ellos
buscan equilibrar sus cargas docentes. También porque determinados maestros
cuentan con mayor conocimiento para responsabilizarse de alguna asignatura en
particular, por ejemplo, el inglés, o bien, contadores de profesión nombrados
para el área de matemáticas y ciencias, a quienes se les dificulta enseñar las
ciencias experimentales.
Queda sin definición clara cuántas son las horas al día que
se deben cubrir en los TBC: seis, como se estipula en las Guías para la
práctica docente del TBC y en el Documento Base del Telebachillerato
Comunitario (SEMS, 2015, 2015b), o cinco, como escuchamos en varios estados y
como encontramos en los ejemplos de horarios que presenta la DGB en el
Documento Base del TBC en su versión de 2015, o cuatro horas como encontramos
en planteles en dos estados.
Tensiones en el diseño curricular
El modelo del Telebachillerato presenta la innovación de una
formación interdisciplinaria por área de conocimiento y contrató docentes por
campos disciplinares, además de proponer que buena parte de la formación
general se realice mediante proyectos formativos interdisciplinarios. Sin
embargo, el plan y programa de estudios, así como los libros de texto siguen
organizados por las asignaturas convencionales de un bachillerato general. De
hecho, los maestros enseñan apoyados en los libros de texto por asignatura.
Asimismo, el modelo enfatiza la formación para el trabajo mediante proyectos de
desarrollo de la comunidad. Sin embargo, el número de horas destinadas a los
proyectos es limitado y su orientación e implementación son deficientes como
veremos más adelante.
El plan de estudios del Telebachillerato Comunitario es el
plan de la Dirección General de Bachilleratos (DGB), que es usado también en
otros servicios, incluyendo el Colegio de Bachilleres. Es el plan de un
bachillerato general fuertemente propedéutico con un carácter enciclopédico que
fue conformado en el transcurso del siglo XX y que se basa esencialmente en las
disciplinas académicas.
El plan sigue siendo el mismo de 1995 (las mismas materias,
los mismos contenidos), solo revisado y ajustado superficialmente en términos
del enfoque de competencias que propuso la Reforma Integral de la Educación Media
Superior. Así, mientras el modelo curricular proclama la interdisciplinariedad
y el trabajo por proyectos, en realidad sigue siendo un plan de estudios de
colección de asignaturas (como lo llama Bernstein) con su típica orientación
positivista de origen politécnica (cf. Weiss y Bernal, 2013), primero las
matemáticas y las ciencias, algo de filosofía, lenguas e historia y al último
ciencias de la vida y desarrollo comunitario.
A pesar del poco énfasis que en la propuesta curricular se
hace en las actividades paraescolares, encontramos que en algunas escuelas los
maestros las promueven (actividades deportivas y culturales y talleres de
informática) y son muy apreciadas por los alumnos. Los docentes buscan
ofrecerlas de acuerdo con sus habilidades y conocimientos y según el tiempo
disponible.
Texto Recuperado de: El Telebachillerato Comunitario. Una
innovación curricular a discusión. Revista Latinoamericana de Estudios
Educativos (México), vol. XLVII, núm. 3-4, 2017. Universidad Iberoamericana,
Ciudad de México. Link: https://www.redalyc.org/jatsRepo/270/27054113002/html/index.html
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